Philadelphia, Philly para los amigos, también es conocida como la ciudad del amor fraternal (the city of brotherly love) y fue mi primera parada en este largo viaje. James, un viejo conocido para los que seguían este blog cuando se llamaba "Crónicas de un sueño en alemán", y Alan fueron mis huéspedes y guías durante los findes.
Al día siguiente de llegar me llevaron al Fairmont Park, un pulmón verde de verdad. De hecho, tiene 3700 ha (9200 acres, mucho menos que las 843 de Central Park) y, según James, es el parque más grande dentro de una ciudad del mundo. Una pasada de parque:
Alan, a la izquierda y James, a la derecha:
Una de las mayores atracciones de la ciudad es esta estatua de Rocky, que el propio artista regaló a la ciudad tras el rodaje de una escena famosísima en la que corre por la ciudad y acaba subiendo las escaleras del Museo de Arte (en las fotos, en el fondo).
Y de camino hacia el Ayuntamiento, paramos en Logan Square a mojarnos los pies:
El Ayuntamiento:
Y de camino a casa, había este mamotreto aparcado en la puerta:
Ya sola, entre semana, me fui al Independence Hall, una de las zonas históricas más famosas del país, pues ahí se firmó la Declaración de la Independencia y la Constitución (de 4 páginas). En la foto, la famosa Liberty Bell, una campana es uno de los grandes símbolos de independencia, abolición de esclavitud, carácter de la nación y libertad de los Estados Unidos, y ha sido usado como un icono internacional de libertad. De hecho, hay una en cada estado (réplicas de ésta, que es la original, con la brecha incluida):
Y, por supuesto, los rangers, que no pueden faltar en un parque nacional:
Además, Philly es conocida por los murales. Solo entre 2001 y 2004 se pintaron 600, y la verdad es que hay obras de arte vayas por donde vayas. La idea era evitar los grafittis como acto de vandalismo y proporcionar trabajo a gente en peligro de exclusión. Os dejo algunos ejemplos:
Como no me acompañaban ni Alan (vegetariano) ni James (vegano) durante mis visitas a la ciudad, pude sentarme un rato en la Reading Terminal Market y probar el Cheesesteak, el plato típico de la ciudad. Pan, ternera finita a la plancha y lonchas de queso por encima. Bueno, pero me esperaba algo un poco más elaborado. Al menos el mercado era bonito (y tenía wifi gratis, como muchos otros edificios y calles de Philly):
Al volverme para casa pasé por la Gayborhood, o barrio gay, de Philly. Son una serie de calles en la que se agrupan muchísimos establecimientos, bares y restaurantes gay and lesbian friendly (acepto sugerencias de traducción en los comentarios). Desde 2007, el estado reconoce el barrio como tal y puso la bandera multicolor bajo los letreros de las calles.
También está por allí el Templo Masón, un edificio muy bonito:
Y, como contaba, mis amigos no son muy carnívoros. Aunque al final me dejaron cocinar carne en su casa, acabé probando el tofu, haciendo hummus y comiendo más sano probablemente que de normal. Una noche me sacaron por ahí a cenar... a un restaurante chino vegetariano. Al final le dije a James que pidiera lo que pensara que me pudiera gustar, y voilà. Fake meat, carne falsa, que es como le llaman a esto. Está hecho con harina y la verdad es que sabe a pollo:
Y al día siguiente, al pasar por el Love Park, al lado del Ayuntamiento, me llevé esta sorpresa:
¡Alguien había tintado de rosa fosfi la fuente! También está allí la famosísima escultura LOVE de Robert Indiana, que la diseñó en 1964 como imagen para una postal de navidad del Museo de Arte Moderno.
Por último, y como despedida, invité a Alan y a James a cenar (el día de la carne falsa no me dejaron pagar porque me contaron que en EEUU hay una regla no escrita de que si alguien te propone salir a cenar esa persona va a pagar tu cena). Me llevaron a un restaurante americano muy guachi (yo estaba toda preocupada porque casi todo llevaba carne y queso, pero se las apañaron) donde me comí la hamburguesa de la foto. Y la imagen la enseño para que veáis el huevo frito, que es eso redondo y empanado que se ve. ¡La yema estaba perfecta!
Y, como despedida, os presento a mis dos mayores dolores de cabeza durante mi estancia allí: Ryshka y Mr. Miagee. Cuando estás acostumbrada a que si algo te toca el pie mientras comes es algo malo, muy MALO; es horrible de repente que haya dos gatos merodeando por la casa. Que si te lamen los dedos de los pies, que si se te acurrucan al lado, que si saltan hasta el respaldo del sofá aunque tengas ahí apoyada la cabeza (el ordenador y un bol de cereales peligraron por culpa de esos saltos). Mi estrategia para que no me llenaran la cama de pelos fue crear una barricada a base de cuadros, maletas y el ventilador, que les asustaba. No veáis qué saltos pegaba cuando a las 3 de la mañana alguno decidía empujar el cuadro y lo tiraban al suelo...

Mar, me encanta!! Eres toda una profesional... Leo tu cuaderno de bitácoras siempre que escribes algo!! Sigue manteniéndonos informadas. Aida
ResponderEliminar:) Gracias, guapa! :)
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