
Durante mi primera semana "in the US", me he ido a explorar la capital del país. Y qué mejor forma de hacerlo que llegar allí como una estadounidense más: con un autobús chino. Estos buses, una de la forma más baratas de viajar por el país (Philly-Washington me costó unos 10 euros, unas 3h de viaje).

La verdad es que son unos autobuses normales y corrientes, solo que llenos de gente de diferentes orígenes. De hecho, se oía mucho español. Lo único que me llamó la atención fue que, al subirme, el conductor chino se puso a decir/gritar algo en chino a los pasajeros chinos que venían desde NYC, y nadie se molestó por interpretarlo, así que sigo con la duda de qué pasó.
Por otro lado, los llaman los buses chinos porque salen de los barrios chinos de cada ciudad, no paran en las estaciones de autobuses. De hecho, al llegar a Washington, nos dejó el bus al lado de esta bonita puerta,el Friendship Archway, que fue construida en 1986 y costó un millón de dólares.
Entre eso, y que TODO estaba en chino (incluidos los Starbucks, Donkin Donuts y demás cadenas), la verdad es que por un momento podías olvidar que estabas a este lado del Atlántico.
Y, con todas las prisas del mundo porque se trataba de un viaje rápido-rápido, me fui a recorrer la ciudad. Mi primera parada fue el Ford's Theater, tristemente célebre porque fue allí (en el palco presidencial que se ve a mis espaldas en la foto) donde asesinaron a Lincoln.
Y, con todas las prisas del mundo porque se trataba de un viaje rápido-rápido, me fui a recorrer la ciudad. Mi primera parada fue el Ford's Theater, tristemente célebre porque fue allí (en el palco presidencial que se ve a mis espaldas en la foto) donde asesinaron a Lincoln.
Luego me fui al antiguo edificio de correos, el que se ve en la foto, porque había leído en una de las guías que me fotocopié (guiño, guiño, porque las devolví luego) que había unas vistas espectaculares de la ciudad. Al final fue la mejor idea que pude tener, porque para subir al Washington Monument (el obelisco de 170m de las pelis) tienes que ponerte a la cola ¡al menos dos horas antes de que abran la taquilla a las 8:30!
Acto seguido me fui a aprovecharme de la gran ventaja que tiene la mayoría de los museos de Washington, y es que son gratis. Un buen día del siglo XVIII, el británico James Smithson decidió donar 500.000 dólares estadounidenses (que, en 2008, ya eran el equivalente a 10 millones de dólares) para la creación de una "fundación para el aumento y difusión del conocimiento entre los hombres". Y todo esto sin haber puesto un pie en Estados Unidos en su vida. Total, que el Gobierno estadounidense, el que actualmente financia y gestiona el patrimonio, creó 19 museos, 9 centros de investigación y un zoo con ese dinero.
Éste de arriba es el Instituto Smithsoniano, la sede de la institución. Y éstas algunas de las joyitas que vi en el Museo de Histoia Natural, una PASADA de museo:
Me gustó especialmente que se pudieran ver los laboratorios donde los investigadores están trabajando. Escriben qué es lo que están investigando (la mujer de la foto está clasificando los minihuesos (tamaño uña o menos) de un murciélago, un pájaro y una lagartija de hace más de 10.000 años de Haití) y puedes verlos mientras lo hacen.
Y esto pensaba yo que era el diamante Hope, porque todo el mundo lo miraba y le hacía fotos en el museo (estaba en una vitrina aislada, en medio de la sala, y giraba para que todos lo vieran), pero acabo de mirar en Wikipedia detalles, y resulta que me equivoqué de diamante...
Estos zapatitos son lo único interesante del American History Museum, donde se suponía que iba a ver la primera Kodak y aprender sobre todo aquello que ha influido en la cultura norteamericana actual. Pero no.
Y aquí tenéis una panorámica del Memorial de la Segunda Guerra Mundial, con el Washington Monument de fondo. No se ve aquí, pero el Capitolio está detrás, también alineado.

Éste es el monumento a las víctimas de la Guerra de Vietnam:
¿Y qué mejor que ir a entrenar béisbol delante de la Casa Blanca? Aluciné al ver a tantos equipos de béisbol y rugby entrenando en el Washington Mall (así es como se llama el parque donde están todos los museos y monumentos de la ciudad).
El Washington Monument, al que al final no subí:
La estatua de arriba se llama Freedom, Libertad:
Bajo esta cúpula es donde los presidentes toman posesión de su cargo:
Y por un túnel me fui a la Biblioteca del Congreso, la más grande del mundo, pues aloja unos 140 millones de documentos. De hecho, está repartida en tres edificios. Entre sus joyas destacan el borrador de la Declaración de la Indepencia (con las anotaciones del momento y todo), una Biblia de Gutenberg y otra de Mainz :-).

Y, por último, otra joya de la corona de la ciudad: el Air & Space Museum, también gratis. En la entrada, el Apollo 11 con el que llegaron a la luna, además de una piedra lunar para saber cómo es el tacto (suave y de color negro brillante). Pero también había un montón de cohenetes, el primer avión de los hermanos Wright, las primeras máquinas que cruzaron el océano e incluso las primeras que dieron la vuelta al mundo.
Y corriendo me fui, comiendo apenas un bretzel, al bus de Chinatown que, puntual como un reloj, salió hacia Philly.
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