Compartir piso no es algo sencillo. Como dice el dicho,"unos nacen con suerte y otros estrellados". Pues el pobre Vicente es de los últimos. Comparte habitación con un chico de 19 años norteamericano cuya mayor preocupación es tomarse sus batidos de alto valor proteico (tiene la estantería llena de esos botes enormes de nutrientes como los de las películas), ir al gimnasio, poner la música a todo volumen (cuando voy a casa, si oigo la música desde el pasillo, sé que está en casa) y arreglarse para ir a la fraternidad en la que ha entrado. En su opinión "fregar es de chicas", así que no colabora nada en la cocina. Ni siquiera con sus propias cosas.
Tanto es así, que al final Vicente se ha comprado sus propias sartenes y cubiertos. Y así llevan ya desde septiembre. Ahora el olor se nota incluso al abrir la puerta :-(
Las primeras fotos son tomadas en mi casa esta mañana, y las segundas las de su casa, tomadas anoche. Cuando veáis la siguiente tanda entenderéis por qué Vicente se ha venido a cocinar hoy a mi casa.
Vamos, que tener unos compañeros de piso ordenados y que tengan un mínimo respeto por ti es algo importante. Porque si no puedes acabas teniendo que huir de tu propia casa.
Vicente, sabes que eres bienvenido siempre que quieras :-)
Y si no, siempre podemos hablar con los de la fraternidad, a ver si se lo llevan ya a vivir allí.
[Finalmente, la solución que le dieron a la pila fue desatascarla y poner todos los cacharros en una bolsa de plástico tal cual estaban para que cada uno cogiera los suyos. Chris metió la mano].
[Finalmente, la solución que le dieron a la pila fue desatascarla y poner todos los cacharros en una bolsa de plástico tal cual estaban para que cada uno cogiera los suyos. Chris metió la mano].
No hay comentarios:
Publicar un comentario