sábado, 11 de octubre de 2008

DE TORTILLAS E INTEGRACIÓN

Mira que llevaba tiempo queriendo irme de Erasmus, que lo he esperado con ganas, que sabía exactamente cuándo no habría vuelta atrás,... Y aún así, ell toro me pilló. O eso diría mi padre. Yo propongo una teoría diferente: no es que no quisiera aprender a hacer tortilla de patata, es que simplemente prefería que la hiciera él. Ya me apañaré yo en Alemania cuando me entre la necesidad.

Bueno pues, ya me ha entrado :) Y ha sido satisfecha. El miércoles por la noche, Miguel y yo decidimos emprender la arriesgada aventura de intentar cocinar el plato más típico de nuestro país, corriendo el riesgo de destrozarlo irremediablemente con nuestra "peculiar" receta. Pero no hubo percances, lo único es que nos salió una tortilla demasiado patatera, véase que le faltaba huevo. Como llevábamos desde España sin probarlas...


A otra cosa, mariposa. El viernes y el sábado los he pasado en St. Goar, un pueblecito situado a orillas del Rin (Rhein) de camino a Koblenz. La excursión la organizaba el Erasmus Team, y allí que nos hemos ido Miguel, Sophie y yo. Se tarda una hora en llegar desde Mainz, y el albergue juvenil en el que nos alojamos está a diez minutos a pie.

La ma
ñana la pasamos jugando para conocernos. Modificamos un poco el juego gramatical que nos enseñaron Sören y Marina a Carolina, Miguel, la letona y a mí. Cada persona dice su nombre y hace un movimiento. El siguiente repite el nombre y el movimiento anterior y añade los suyos. Y el siguiente tiene que repetir todo, e inventarse el suyo... Hubo muchos más juegos, como el de la evolución (Amöbe, Huhn, Affe, Mensch) o el de las figuras (Kotzen des Kangoroos, Washmaschine, Mixer, Toaster,...), por no mencionar el lanzamiento de bolsitas de té. EN FIN.

Nos dieron de comer unos espaguetis abominables, asquerosos. Con verduritas por ahí repartidas, aunque eso era lo de menos (tal que así, mamá). Lo de más era la salsa, de un color amarillo pastel que me recordaba a la del restaurante hindo-tandoori de la plaza Xúquer, y que tenía un sabor parecido al curry. En resumen, parecía vomitado de gato. Así que solo tuvimos que poner el plato junto a las servilletas para hacer una foto de lo más paradójica:

(Einfach lecker significa simplemente delicioso)

Por la tarde tuvimos una visita por el pueblo y lo hicimos a modo de Gymkana, con preguntas y paseítos pueblo arriba, pueblo abajo. Compramos cosas para picar, porque esa noche teníamos una fiesta en el sótano del albergue, y nos quedamos charrando con más extranjeros hasta la hora de la cena.

La noche la pasé entre el sótano y el comedor, entre bailoteos e idiomas. Momentos memorables: -Llegamos Sophie, Miguel y yo a una mesa en la que estaban sentados Justin (un belga) y un chico y una chica de Togo (África, para los incultos como yo), y nos dijeron que qué hacíamos allí, que si no veíamos que era una reunión de negros. (Obviamente, riéndonos todos)
-El baile que me pegué con Justin con la canción de los Black Eyed Peas. Cómo nos vacilábamos.
-El corro que se nos hizo alrededor cuando la música se paró misteriosamente y Sophie y yo nos pusimos a cantar Melendi a capella dando palmas.
-Lo mal que bailamos sevillanas Sophie y yo, aunque nada comparado contigo, Miguel. Además, insisto, a los otros seguro que no les parecía así, porque no lo han visto en su vida.

Pero lo más gracioso fueron nuestras estrategias para ganar dinero en mi caso, beber gratis en el de Sophie y Miguel. En Alemania se paga un Pfand, una especie de fianza, cuando compras una bebida. Suele ser un euro, a veces medio, y te lo devuelven cuando llevas la botella a la barra y dices Zurück. Resulta que la poca gente que quedaba iba muy borracha, y las botellas se acumulaban y claro, como veíamos que ya no cabían más, pues subíamos algunas. Y un eurillo pa la saca cada vez. La verdad es que luego me sentía un poco mal, pero los dueños ya hacía un buen rato que dormían en sus camas...

Al día siguiente hicimos una visita somnolienta a un castillo del siglo XIII. Era bonito y nos explicaron todo muy bien, pero casi todos hubieramos preferido quedarnos un ratito más en la cama.

Por la tarde teníamos prevista una ruta por la Loreley, u
n risco muy famoso por un poema de Heine. Aquí tenéis la adaptación que he encontrado en Wikipedia:

Busco en vano esto que siento
De por qué estoy tan triste y apenado;
Una historia me ha dejado sin aliento
sin descanso en éxtasis he quedado.

Fresco está el aire y oscurece
calmo está el Rin en su mover;
La cima acantilada luz parece
es el último brillar del sol atardecer.

Las más pura de las doncellas sentada
allá arriba lleva a maravillar.
su dorado tesoro se mostraba;
su dorado cabello ella al peinar.

con un peine de oro ella al usar
canta una canción ensoñadora
su melodía extraña al sonar
es intensamente abrumadora.

El pescador en su pequeña barca
apresado es en su anhelo y suspirar.
No ve las rocas no las abarca
Sólo allá arriba se pierde en su mirar.

Creo que el oleaje pronto arrojará a ambos,
a su fin a la barca y al ser;

Eso es lo que esa canción logrará
La Lorelei en hechizante atardecer.

La ruta fue muy muy bonita, impresionante, pero la verdad es que la Loreley la vimos desde la orilla de enfrente y una vez ya habíamos bajado de la montaña. Aún así, repetiría. No puedo más que recomendarte que alguna vez hagas una excursión por las montañas alemanas en otoño...




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