domingo, 18 de enero de 2009

HACIENDO NUEVAS PISADAS

Dicen que un clavo saca otro clavo, pero no saben que, a veces, saca varios. Eso le pasó a la pequeña Sophie, que con motivo de su cumpleaños (y dudo de que sea casualidad la fecha), se quejaba de que su pobre baobab (jaja, quiero decir, bonsái) la hubiera palmado a manos de su despiadada compañera de piso. La amenaza con los pelos de su gato, con que éste aposente su limpio pelaje en su silla –“que después de todo siempre ha sido su cama”- y además le mata al único ser querido que se había traído consigo de Francia.

(((Yo no me los había traído conmigo, señor biólogo, pero la muerte de mis cactus, lenta y dolorosa, también duele. Y no se olvida.)))

Así que, por su cumpleaños, recibió dos plantitas preciosas y una flor de decoración. Y no solo eso, también quisimos cumplir otro de sus deseos: tener una banderita de Alemania. Y para completar el set, un collar hawaiano la mar de mono y una especie de pintabanderas de cara (como un pintalabios ancho). Así que propongo que hagamos una fiesta Ich liebe Alemania! (con el perdón de Simyo).




Posted by Picasa

 


Y estos nuevos amigos míos, como me quieren mucho y se preocupan por mí, por mi salud y mi belleza, con la excusa de que después de Navidades me he vuelto una vaga, me han picado y han conseguido lo inconseguible: que vuelva a coger la bici. Al principio era por miedo a resbalarme, eso era cierto, aunque sí es verdad que luego era por pura comodidad… Pero ya se acabó!!!

Esta semana pasada, además, he tenido muchos sueños, de los buenos, bonitos y baratos. Y mis amiguitos de la Ruta Inka protagonizaron al menos dos, que yo recuerde. Me levantaba con unas sonrisas enormes y con unas ganas de verlos a todos… total, que aprovechando las nuevas tecnologías, miré vuelos a Madrid desde Valencia y ya he programado una visita relámpago de dos días para reencontrarme con mi gente :).

Y como el Erasmus no trata de otra cosa más que de viajar, ayer estuve de excursión en Frankfurt, la maravillosa ciudad-rascacielos que tenemos al lado en Mainz y a la que, pese a viajar gratis hasta allá, aún no había ido. Debí de darle un poco de pena a Viktoria –o es que le gusta mucho mucho MUCHO hacer de guía-, porque se ofreció a acompañarme y enseñarme todo. Se nos unieron James y Eve, que, como yo, se apuntan a un bombardeo.

Empezamos por el Flohmarkt o rastro, en el que la mayoría de los Erasmus se han comprado las bicis. Alucinante, la verdad, aunque quizá sea porque nunca había estado en un rastro así. El mejor puesto, el de Shuforyu!!, en el que había cien pares de zapatos puestos sobre una lona y un chico joven que gritaba eso (Shoes for you es lo que aparentemente quería decir). Los angloparlantes se desternillaban de la risa.

 

 

 

 
Posted by Picasa


Seguimos por el casco “antiguo” (Viktoria insistió mucho en que de antiguo nada, que todo está restaurado porque lo bombardearon en la guerra), la catedral, la calle de las tiendas y paradita en la terraza de El Corte Inglés alemán (sin consumir nada en el restaurante, claro) para ver la silueta de la ciudad, comida rápida y de pie de una deliciosa salchicha (llevaba desde antes de navidad sin comerme una…). La bolsa de francfortesa (Ach, Gott! Y los de Mainz son maguntinos!!!) y el barrio de los bancos, donde me hice la típica foto en la € de Europa. Las poesías que nos obligaban a hacer en el DSV sobre el sentimiento europeo se han acabado canalizando en una bonita foto.
 
Posted by Picasa

 

Pero sin duda, lo que más me impactó de la ciudad fue el supermercado chino en el que acabamos buscando una tetera para James… Todo productos chinos… Estuve a punto de comprarme concentrado de sopa de miso, pero luego pensé que con semejante cantidad tendría sopa de miso hasta en la sopa…

Y hablando de comida, hoy ya me siento realizada. En los anuncios dicen (o decían al menos) que hasta que no puedes llamar a tu madre desde tu nueva casa y decirle que ya tienes línea de teléfono, no tienes un hogar. Pues bueno, como para gustos, los colores, yo tengo mis propios requisitos. Y uno de ellos, las palomitas. Porque el sofá y la manta siempre se pueden sustituir por una cama dura y algún amigo cómodo, pero… las palomitas hasta ahora habían caído en el olvido. Así que: mamá, ¡ya me he hecho palomitas!

No hay comentarios:

Publicar un comentario