domingo, 5 de abril de 2009

DESCUBRIENDO LOS ALREDEDORES

Descubrir. Hallar lo que estaba ignorado o escondido. En eso han consistido mis últimos dos días aquí. Yo y mi bici, a veces sola, a veces con Viktoria. Pero descubriendo nuevos lugares preciosos que desconocía.

Empecé por la Zitadelle de Mainz, una zona que hasta el momento no había pisado, pero de la que había oído hablar. Resulta que alrededor de 1660 se construyó una fortaleza de traza italiana rodeando la ciudad. El edificio, barroco, data del año 1050 y fue construido a partir de una abadía de la orden de San Benito (ito ito). Y allí llego yo, con mi imponente bici verde brillante, y me subí a la muralla para ver las vistas.

Así descubrí lo cerca que había un parque, por el que la gente paseaba, jugaba a la petanca o simplemente se sentaba a descansar un rato y pasar la tarde. Además, me encontré por casualidad con un antiguo molino al que, hace nueve años, le añadieron un tobogán enorme para compensar a los niños de Mainz por haberles quitado el antiguo parque. Al final no pude tirarme por problemas escatológicos en el interior, pero la próxima vez, quizá cuando llueva, no se me escapa.


Además, por fin cumplí uno de los objetivos que tenía (aunque ya casi olvidado) desde que llegué a Mainz: entrar en la Sainkt Stephans Kirche. En ella se encuentran las vidrieras de Marc Chagall, un pintor francés de origen bielorruso. En 1973, el párroco de la iglesia le pidió al artista que diseñara y elaborara cinco vitrales y varias ventanas laterales. Para sorpresa de algunos Chagall -que era judío sefardí, había presenciado en persona los horrores de la Segunda Guerra Mundial y era un crítico ácido de la Alemania Nazi- aceptó el encargo. Las vidrieras, de un azul intenso, dan un aire especial a una iglesia que desde fuera no parece nada especial.


Hoy he tenido un brunch (un desayuno a mediodía que consiste en tomar el desayuno y la comida juntos, para hincharte y no tener que comer más hasta la merienda) con Viktoria y Carolina en la terraza del tercer piso de la residencia. Nuestra mesa rebosaba alimentos, no cabía nada más: ensaladas, tostadas, chocolates, fiambres, salmón, té, café, zumos de zanahoria,… A mitad se nos ha unido una amiga de Viktoria, Sarah, una chica alemana con la que ya había hablado un par de veces. Nos ha contado que quería ir a la montaña de Nerotal, en Wiesbaden, y me he apuntado.


Casi sin fregar nos hemos marchado las dos hacia la capital de Hessen, que está a apenas diez minutos en tren de Mainz y hemos cogido un bus hacia la montaña. Desde la falda sube un tranvía, aunque al ver la cola que había hemos decidido subir andando, y qué maravilla, cuánto árbol junto. En verano estará precioso. Arriba había un anfiteatro y unas vistas geniales de la ciudad, además de una capilla rusa ortodoxa y un cementerio ruso.



A la vuelta, hemos descubierto al lado del anfiteatro un parque de atracciones donde habían construido un circuito entre árbol y árbol en el que niños y no tan niños (hay precio para jubilados también) se deslizaban con tirolinas, andaban por cuerdas y cruzaban de árbol en árbol de cualquier forma posible. Im-pre-sionante. Ya estoy deseando volver para probarlo.

Por cierto, ¡en junio me voy cinco días al norte de Sicilia con Vicente! ¡Vivan los regalos de cumpleaños! He visto fotos de la zona y madre mía qué playas… Ya me veo, en bici, con gafas de sol, los labios bien rojos y con un pañuelo ondeando al viento…

1 comentario:

  1. La chica que le jodieron en el control de Ryanair6 de abril de 2009, 1:52

    sehr flessige mädchen!

    Ale ale ale... Escribiré un libro... Como volar con maleta de mano en ryanair y no morir en el intento!

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