MEU 2009

Ayer me llamó Vicente, que lleva dos días en Estrasburgo participando en una simulación del Parlamento Europeo, y me dijo que una de las periodistas no había acudido, y que si aún estaba interesada en ir. Por una parte, claro, en un principio quería ir, mandé la solicitud y me quedé chafada al ver que cogían a todos menos a mí (la vida es dura a veces, oh yeah); pero por otra era un lío, porque era de un día para otro y tendría que desquedar con la gente y faltar a clase.

Me fui a casa de Sophie y, con su ayuda y la de su ropa, ideamos un vestuario mínimamente arreglado que me pudiera poner los cuatro días que participaría en la simulación. No sé yo hasta qué punto ir arreglada pero paquetona sigue siendo formal, pero es lo que hay, señores. Y más con esa antelación.

Me volví a casa corriendo y me sumergí en un denso mar de dudas. ¿De verdad me apetece? ¿Vale la pena? ¿Me interesa participar solo al 50%, siendo que quizá otro año podría hacerlo al 100%? Pero, para que vamos a engañarnos, lo que tenía es miedo. El resto de participantes llevan allí ya dos días, ya se conocen y saben cómo funciona todo, y además llevan un par de semanas (con algunas excepciones, Carolina) preparándose los temas que se van a tratar.

Y entonces habló la voz divina de Sophie diciéndome lo mismo que le dije yo a ella antes de que comenzara sus prácticas: “Es una oportunidad única, no sabes si se va a poder repetir, y además harías justo de periodista, así que qué mejor manera de saber si eso es lo que te gusta o no”. Cuán sabias son mis palabras, y qué buen momento eligió Sophie para repetírmelas. Pues me voy.

Así que aquí estoy, en un tren camino a Estrasburgo, donde pasaré los próximos cuatro días y donde, espero, podré dar lo mejor de mí misma y aprender.