El viernes fue un día de lo más ajetreado, porque tenía varios planes rondando en la mente. La lluvia, que no era uno de ellos, no faltó... y no veáis lo que me arrepentí de no haberme llevado las botas de agua que me había comprado esa misma semana... [Malditos pies delicados]. En cualquier caso, quitando la lluvia que me invadió las zapatillas y no dejó de treparme por la pierna durante todo el día, estuvo muy bien, para variar.
Empecé con una reunión con Ángel, un amigo de la Ruta Inka por Centroamérica que está aquí de vacaciones. Como estábamos cerquita y él conoce la ciudad, hizo un poco de guía y me llevó a la Biblioteca Pública de Nueva York, la más grande de todo el país.
Esta biblioteca está formada por 87 pequeños edificios distribuidos por toda la ciudad: algunos permiten préstamos, otros no, y además tienen delegaciones en cada barrio. Además, cuenta con una biblioteca especial para ciegos y personas con discapacidad física. Todo el mundo puede utilizar estas bibliotecas, son gratis, y en total contienen más de 53 millones de objetos (libros, audiovisuales, mapas,...). Solo la Biblioteca del Congreso y la Británica superan esta cifra. No está nada mal como punto de partida para hacer un trabajo de investigación, ¿no?
La quedada con Ángel se vio reducida al máximo, y cuando salimos de la Biblioteca me tuve que ir pitando hacia la ONU. Porque ¡tachán! había quedado con un traductor que trabaja en esta institución para comer. Se llama Xavi, y el contacto lo hice gracias a mi tía (¡un beso enorme para ti!). Cuando llegué adonde habíamos quedado, aluciné: todo estaba lleno de televisiones y gente con pancartas porque, como más tarde me enteré, justo en ese momento se estaba produciendo el discurso de Mahmud Abbas, presidente palestino, en la Asamblea General de la ONU, que está teniendo lugar ahora (y por eso no permiten aún las visitas guiadas por la institución, ni siquiera acercarse al edificio).
Mientras Xavi y yo estuvimos hablando largo y tendido de nuevo en un japonés sobre becas y prácticas, y me comentó que el llegó allí después de haber trabajado en la FAO como freelance (los últimos años, desde casa). Me sorprendió muchísimo su edad, porque no llega a los 35, y ya trabajando en una de las mejores instituciones del mundo para los traductores... Xavi, sin embargo, me comentó que en las últimas oposiciones que convocaron la mayoría tenía esa edad o eran incluso más jóvenes (hasta de 27 años nombró a alguno). Así que, amigas y amigos, there´s still hope (aún queda esperanza).
De todas formas, me estuvo convenciendo de que, antes de cursar un máster, lo ideal sería hacer prácticas o intentar trabajar como traductora o intérprete para así poder decidir en qué rama me quiero especializar. Después de todo, la idea de los másters es especializarte en un ámbito, no seguir estudiando un poco de todo como en la carrera. Y todo esto vino porque esta semana he movilizado a mis padres, novio y profesores para conseguir presentar a tiempo la solicitud para una beca Fulbright para estudiar un máster de Traducción e Interpretación en Estados Unidos el año que viene. Mucha fe no tengo, pero siempre he tenido tanta suerte... que nunca se sabe.
En cualquier caso, la idea es seguir aprendiendo y mejorando idiomas. De hecho, me comentó (yo ya lo sabía, peor os lo pongo para que aprendáis cosas) que en la ONU hay seis lenguas oficiales de trabajo: inglés, francés, español, chino, ruso y árabe. Para poder trabajar allí necesitas ser nativo en alguno de estos idiomas (y mientras decía esto me di cuenta de que los españoles competimos contra tooodos los hispanohablantes de Sur y Centroamérica), además de dominar al menos dos lenguas más. También me gustó mucho que solo se trabaja traducción directa (es decir, de una lengua extranjera a tu lengua materna) y nunca inversa (al revés, como la palabra dice).
Pero entre que eso significaría dejar de trabajar, en principio, con el alemán y que me da miedo lo de meterme en una asociación y aburrirme de que sea siempre igual (Xavi ya me dijo que de eso nada, que cada texto es diferente), pues no acabé muy convencida. En cualquier caso, aún me queda mucho por delante, y más si la meta es la ONU.
Y vuelvo ya a las imágenes y a temas más ligeros. Al despedirme de Xavi vi de reojo un Amish market, y decidí entrar a investigar. Cuál fue mi sorpresa al encontrarme un mercado en toda regla, con sus olivitas de mil tipos, sus dos pasillos de quesos del mundo (me llevé brie y gouda, ¡cuánto tiempo!),
sus frutas... (solo os digo que todo lo de la imagen son manzanas...) En comparación con C-Town...
y sus cupcakes, que como veis, aquí hay en todos lados. Aprovecho la imagen de abajo para explicaros un poco más de los Amish: no es casualidad que hayan escogido un carro de caballos como logo, pues los Amish (pronunciado ámish y no eimish) son una agrupación religiosa cristiana que se caracteriza principalmente, por su forma de vida sencilla. Rechazan cualquier tipo de comodidad moderna, como puede ser el coche, el teléfono o, incluso, la electricidad.
Además, documentándome para escribir esto, me acabo de enterar de que muchas de estas comunidades rechazan el uso de botones, hablan Deitsch (son descendientes de colonos germanoparlantes, y sí, se escribe con i), y los hombres cuando están solteros van siempre pulcramente afeitados y, una vez se casan, se dejan la barba crecer. Si queréis saber más, Wikipedia recomienda películas como Único testigo, Vaya par de idiotas. Amish Grace y Salvando a Sara Cain.
Pero volvamos a las trivialidades, que me desvío. La siguiente foto es el interior del Chrysler Building. Todo de mármol y en el techo tiene un mural sobre los logros del automovilismo. No os pongo una foto del exterior porque estaba tan nublado y llovía tanto, que ni siquiera se veía la parte bonita del rascacielos desde el suelo.
Y llegué a Grand Central Terminal, la estación de trenes de Nueva York más conocida y la más grande del mundo (tiene 44 andenes). La verdad es que llevaba un año queriendo venir, porque en clase de Infografía la profesora (Patricia Cabezuelo) nos enseñó un gráfico de John Grimwade (uno de los padres de la infografía) sobre esta estación y todos los niveles que tenía. Este señor, para hacer el gráfico que más abajo veréis, estuvo durante meses recopilando mapas, fotografías desde todos los ángulos posibles, visitando la estación... para conseguir conocerla y poder hacer el gráfico perfecto.
Aquí está el gráfico a mano:
La famosa infografía:
Y mi foto jugando con el tiempo de exposición (de ahí los fantasmas):
El famoso reloj que corona el hall:
Y fijáos si es bonita la estación, que hay gente que se va ahí a hacerse las fotos de boda. Y la verdad, ya no llovía, así que no creo que fuera una solución de última hora por el tiempo...
Después, una vez ya me reuní con Reiko, estuvimos haciendo tiempo mientras esperábamos a Morna y Ju Hyeon, que se nos unirían para cenar. Fuimos al International Institute of Photography, que los viernes tiene la oferta de "pay as you wish" (paga lo que quieras) para entrar. Tenían dos exposiciones: una sobre el 11-S, que la verdad era impactante:
Y otra sobre la revista de moda femenina Harper´s Bazaar, donde la fotografía que más me gusto fue ésta:
Luego nos fuimos a dar vueltas por las tiendas de Times Square, porque son impresionantes. Ya os enseñé fotos del interior de m&m´s, pero ahora vienen las de Toys`r´us, con noria incluida (previo pago de $4,5 por persona):
O la de Disney, donde, entre otras cosas, hay un castillo:
Y venden sombreros de Jack Sparrow:
Y ya para acabar, la cena: fuimos al Ellen´s Stardust Diner, un sitio que vi recomendado en la Lonely Planet cuando hice fechorías antes de venirme. Hablaban de un restaurante ambientado de los años 50 en el que los camareros cantaban. Avisaban de que es un poco más caro de lo normal (cada plato unos $17), pero a Morna, Ju Hyeon, Reiko y a mí nos apetecía hacer una turistada. Y allá que nos fuimos:
Resulta que los camareros no son solo camareros, sino actores que intentar encontrar un huequecito en los musicales de Broadway pero que, mientras esperan su oportunidad, necesitan dinero para pagar el alquiler (lo explicaron con estas palabras). Por lo visto, en el último año ya han sido nueve compañeros los que han dejado de trabajar porque por fin ha llegado su momento dorado:
La verdad es que tienen todos unas voces increíbles, y creo que vale la pena hacer la turistada :-) El postre está bueno también, y si os habéis quedado con hambre, siempre podéis probar la especialidad de la foto: Ellen´s "Everything but the kitchen sink" (la traducción sería algo así como la especialidad de Ellen: "Todo menos la pila de la cocina"). El brownie al menos estaba bueno...
Mmmm...
El barrio visitado es Lower Eastside.
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