jueves, 17 de noviembre de 2011

Trabajar en la ONU

El miércoles, mi profesor de Interpretación organizó una conferencia para todos los alumnos interesados en la que dos españoles residentes en Estados Unidos venían a hablarnos. Pero no de su experiencia viviendo en el país (cuánto echan de menos el jamón serrano, si se acuerdan de conducir un coche de marchas,…), sino de su trabajo en la ONU.


La Organización de las Naciones Unidas, fundada en 1945 tras la II Guerra Mundial para asegurar la paz, es uno de esos organismos que a todos nos llaman la atención tarde o temprano. Pero David Valenzuela y Mar Ortega trabajan allí: el primero como corresponsal de la agencia de noticias EFE, y la segunda como revisora de español de todas las traducciones de validez legal. Sin embargo, su día a día tampoco difiere tanto…

La ONU cuenta con seis idiomas oficiales: inglés, español, francés, ruso, chino y árabe. El 80% de los documentos que publican está en inglés, pero todo se traduce a los cinco idiomas restantes. Entre comunicados de prensa, actas y demás se halla también las resoluciones, los documentos con los que trabaja Mar. Este organismo cuenta con un equipo de cincuenta traductores hispanohablantes (solo se traduce al idioma materno), cuyo trabajo luego pasa por varias fases de corrección y edición. En el último escalón, antes de que esas traducciones tengan validez legal, se halla Mar.

Su trabajo consiste en asegurar que la traducción al español es auténtica y válida. Para ello, además de revisar el texto, participa en una reunión con los cinco revisores del resto de idiomas, donde leen frase a frase cada documento. En su opinión, “si el original dice algo de forma ambigua, hay una razón para ello. Y si se precisa mucho, también”. Por tanto, a veces hasta una coma, que puede suponer un cambio de significado, es importante. 

Otro aspecto que deben cuidar mucho es el uso de las mayúsculas. Como ejemplo pusieron el de un acta en la que se hablara de una reunión a tres bandas entre España, Reino Unido y Gibraltar. En opinión de la delegación española, Gibraltar no debería escribirse en mayúsculas porque no lo reconocen como territorio británico.

David, por otro lado, también trabaja con documentos en otros idiomas, porque muchas veces es él mismo quien tiene que traducirlos para redactar las informaciones que corren más prisa. Un día ajetreado escribe hasta nueve noticias, especialmente si el Secretario General, Ban Ki-Moon, hace alguna declaración. David estudió Traducción e Interpretación e hizo un máster en Periodismo. Tras una beca en EFE que le permitió trabajar en la corresponsalía en Nueva York, terminó trabajando en algo que le permite combinar ambas disciplinas.

En el caso de David, sin embargo, todavía quedan unos cuantos escalones hasta que sus textos ven finalmente la luz. Primero lo revisan en la oficina de EFE de Nueva York y después llega a las oficinas de Madrid y Bogotá, donde se encargan de hacerlo 100% comprensible para los hablantes latinoamericanos. Él mismo es consciente de este hecho y por eso evita utilizar palabras como “coche” o “gafas”, que tienen tantísimos equivalentes en otros países: auto, carro, espejuelos, lentes,… Para él, por ejemplo, ya solo existen vehículos y automóviles.


David, como Mar, es consciente de la responsabilidad que recae sobre él cada vez que traduce, y sabe que tiene que ser preciso en sus textos, pues no significa lo mismo “to condemn” que “to deeply regret”. Sin embargo, él cuenta con más libertad en sus traducciones. De hecho, una característica de los textos de la ONU es que acaban adaptando una sintaxis muy similar en todos los idiomas. Como indicó Mar, esto a veces es difícil en árabe o chino, pero sí se suele conseguir en español o francés, aunque muchas veces esas traducciones les parezcan un poco marcianas a los nativos.

David, por su parte, sí puede traducir de una forma un poco más creativa siempre que el sentido sea fiel a las declaraciones originales. Sin embargo, dice que siempre hay construcciones que le resultan difíciles de traducir, como el de la frase “to welcome the adoption of this regulation”. Mar, rápida, no dudó: acoger con beneplácito. David, sin embargo, debe buscar cada vez alguna traducción más similar al español que se oye en la calle.

Para realizar su trabajo, Mar puede consultar las guías de estilo y de edición de la ONU, además de los manuales específicos para cada idioma. Además, los traductores y revisores utilizan las bases de datos terminológicas propias de la ONU, como la UNterm, que está abierta al público en su mayor parte. David, sin embargo, dice confiar casi exclusivamente en portales como Wordreference o Linguee, en el que se muestran textos paralelos de corpus de organismos internacionales como la ONU o las instituciones europeas.

En la cena de después, ahí sí, hablamos de lo mucho que echamos de menos las croquetas de jamón, del precio abusivo de los restaurantes españoles de Nueva York y de dónde encontrar sepia en un supermercado de aquí (pero no venden ningún sitio al que se pueda llegar sin coche).

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