viernes, 31 de octubre de 2008

UN MOMENTO

Es curioso cómo un instante, un par de segundos pueden cambiarlo todo para alguien. Desgraciadamente, no hablo de un beso, ni de una despedida, sino de un empujón. En un momento inapropiado, con unas consecuencias nefastas por culpa del alcohol. Ese gran compañero de fiestas que es capaz de arruinarle la noche a todos tus amigos e incluso a ti mismo.

Ahora Sören está en el hospital, con un brazo vendado que parece una serpiente y con un miedo terrible porque no sabe si recuperará la movilidad de los dedos de la mano totalmente. Y encima solo, porque aquí en Alemania no se estila eso de hacer compañía a los enfermos. Supongo que creen que es una manera de molestar menos al compañero de piso, pero la cruda realidad es que hay que apechugar. Y si es un amigo o un familiar, además debería ser con gusto por poder ayudar.

El chico no lo hizo aposta, fue un simple empujón. Con una fuerza desmesurada, sí, pero iba borracho y no controlaba. Luego le dijo si necesitaba ayuda, sí, pero antes de eso le tiró al suelo por no dejarle acercarse a donde alguien vomitaba.

Y no es justo. No es justo que una noche de Halloween perfecta, con todos los ingredientes necesarios para pasarlo bien, tenga que acabar con el pitido de una ambulancia en los oídos y con un mal sabor de boca.





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