Se oye una música popular de fondo, aunque mis conocimientos de alemán no me dejan entender la letra. Los cuerpos de todo el mundo se empiezan a balancear, siguiendo el ritmo con el que laten sus corazones. O esa sensación da al verlos con sus bufandas caseras con los colores del carnaval (rojo, blanco, azul y amarillo), con sus collares de los cabezones, con sus gorros de bufones, sus banderas,…
Desde el Rednerpult (lo que sería el balcón del Ayuntamiento de Valencia, desde el que se oye el “Senyor pirotècnic, pot (es)començar la mascletà”, un hombre disfrazado de bufón recita un discurso. Está escrito en verso, así que vuelvo a no entender todo, pero al menos algunos chistes sí. Según la tradición, en ese balcón disfrutan los bufones de su libertad carnavalesca y pueden decir todo lo que normalmente callarían.
Uno de los bufones proclama que el Carnaval queda inaugurado y la gente levanta las manos, ríe y grita de la emoción. Miguel y yo volvemos a mezclarnos y nos movemos de un lado a otro. Hasta los cabezudos. La verbena continuará hasta las seis de la tarde, pero preferimos irnos escuchando Life is life en alemán.
Para completar el día, hemos comido medio pollo asado en un banco, nos hemos rebozado de hojas secas, hemos conseguido que unos niños muy buenos desobedecieran a sus padres para imitarnos, y luego me he ido al LIDL en honor a mi tía Rosa, que seguro que estará muy orgullosa de mí. Y esta tarde noche, barbacoa y peli con los de Jiu-Jitsu…
Me encanta la felicidad que tienes revolcandote en las hojas...
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