jueves, 19 de febrero de 2009

¡VACACIONES!

La recta final por fin acabó, aunque el salto a un precipicio de Medienwirtschaft resultó ser un simple saltito. Ese examen fue un auténtico cachondeo: el profesor sexy nos hizo una prueba oral a las cinco estudiantes extranjeras, y para ello se basó en el programa Pasapalabra. Siguiendo un estricto orden, las preguntas (algunas) pasaban de unas a otras hasta llegar a Carolina y a mí, a quienes ya nos había dado tiempo a comentar la respuesta.

Lo único que me supo mal fue haberme tirado todo el fin de semana anterior estudiando y enclaustrada en casa… Aunque no hay mal que por bien no venga, y ese encierro hizo que aún me supiera mejor la libertad de las vacaciones, que empezaron oficialmente ese mismo día.

Y así fue como un intrépido grupo de expedicionarios, compuesto por un alemán, una húngara, un americano, tres españoles, una mezcla afrancesada simpática y una pareja (polaco-turca) de pulpos, nos dirigimos a Hamburg, “la Venecia del norte”. La primera prueba fue el hostal, pero no estuvo a la altura de las circunstancias y no tuvimos ningún compañero de habitación loco o extravagante.

El hostal estaba al lado de la Reeperbahn, el barrio rojo de la ciudad, donde encontramos la plaza de los Beatles (actuaron en un local de la zona antes de ser famosos), unos escaparates muy interesantes y una tienda erótica en la que nos reímos a más no poder. Además, al día siguiente Sophie y yo encontramos una calle cuyo acceso tienen prohibido las mujeres. Según la guía, todas las que se adentran en ella son insultadas e incluso mojadas con cubos de agua. Solo asomé la cabeza y los insultos se dejaron oír.

 




La ciudad resultó ser bonita, aunque, como había leído, no es atractiva a primera vista. Pero solo hay que dejarse guiar por la curiosidad entre los canales, subir a las iglesias más altas para mirar todo a vista de pájaro, deleitarse con el jardín japonés, pasear por la plaza del Ayuntamiento y tomarse un chocolate calentito en el puerto…





 


 


Uno de los mayores atractivos de Hamburg son los musicales, y nosotros fuimos al de El Rey León. Fue increíble, precioso, me encantó. Esos fueron mis primeros cinco minutos, y luego ya me callé porque intuí que mi vecinito se iba a cabrear. Nuestros asientos estaban en la última fila (literalmente), así que Sophie y yo sacamos a las niñas que llevamos dentro y nos subimos a los eleva-asientos de corcho para no perder detalle. Y es que cantar Hakuna Matata allí no tiene precio.

 


Como iba diciendo, el enclaustramiento por los exámenes hizo que aún nos supiera mejor el viaje, y prueba de ello fue la noche que salimos de fiesta. Acabamos todos en una discoteca de la Reeperbahn, y fue escuchar la música y lanzarnos a la pista. Primero los españoles (claro) y luego se fueron uniendo poco a poco el resto de las nacionalidades.



 




Genial, un comienzo inigualable de las vacaciones…

 

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