viernes, 28 de octubre de 2011

De calabazas y disfraces: arranca Halloween

Halloween, eso ya se sabía, quedaba a la vuelta de la esquina. Había llovido mucho desde que vi la primera calabaza (de verdad había llovido mucho), y desde entonces había notado cómo cada vez más escaparates de tiendas se ponían de gala para la ocasión, cómo cada vez había más calabazas en las puertas de las casas, etc. ¡Si hasta teníamos dos pequeñas en RockOff Hall!

Así que cuando vi que la universidad organizaba una actividad para que los estudiantes talláramos nuestras propias calabazas, me fui para allá corriendo. Iba a ser una actividad al aire libre, con concursos, bebidas otoñales (el pumpkin spice está buenísimo) y demás, pero, como he dicho, llovía, así que llevaron todas las calabazas al Rutgers Student Center, un centro donde hay restaurantes, salones para descansar y alguna que otra aula.



El primer paso es coger un machete y cortarles la cabeza, es decir, hacer la tapa. Por ese agujero es por donde luego se vacía todo el contenido de la calabaza. En este caso, se fue a la basura, pero estoy segura de que, si se hace en familia, el interior se utiliza para cocinar esas riquísimas galletas, cocas y tartas de calabaza que tanto abundan por aquí ene stas fechas.


El siguiente paso es elegir el diseño que se quiere hacer. Yo ya le dije a las chicas que, aunque era mi primera calabaza, soy mañosa y no tenía prisa. Me miraban con cara escéptica, pero me lancé con la cadsa encantadaÑ



Para empezar a tallar, hay que clavar con chinchetas el diseño y uilizar unos punzones para marcar en la calabaza el dibujo. Morna que cuando llegué ya había acabado con su calabaza, me estuvo ayudando con el punzón:


Aquí tenemos a otras dos chicas australianas con sus obras de arte:


A partir del momento del punzón, Morna dijo que no me ayudaa más, que era muy patosa y no quería arruinarme la obra. Así que se dedicó a hacer el reportaje fotográfico. Yo, a todo esto, ya había pasado a la siguiente fase: cortar con un minicuchillito las paredes siguiendo las marcas del punzón.


Yo aún no iba ni por la mitad, y Morna y Mary ya habían acabado sus obras. Hice un parón para sacarles una foto, pero no s´ni cómo me dejó Morna el móvil, porque iba de calabaza hasta arriba...


Y cuando me volví a casa, después de un viaje en bus muy preocupada por la integridad de mi calabacita de al menos 8 kg (vacía), no me pude contener y encendí las velitas que compramos allá por el huracán Irene y que nunca llegamos a usar. Quedan bien, ¿eh?


Por otro lado, seguía acercándose el fin de semana de Halloween, y en mi casa aún no teníamos claro de qué nos íbamos a disfrazar. Porque esos disfraces de putón que venden en las tiendas no nos convencían a ninguna. Así que nos dedicamos a pensar en disfraces de bajo presupuesto:


Al final cada una hizo lo que pudo. Naoko ya se había comprado un práctico vestido reversible mariquita-abeja que casi no la dejaba respiraba y con el que no se podía agachar. Paroma, aprovechando un vestido medio marinero que tenía, un pañuelo rojo de Morna y una hoja de periódico con la que se hizo un barquito-sombrero, decidió que estaba lista.


Yo me decanté por la danza del vientre. Después de aquellas Pascuas de hace lo menos ya cinco años diseñando y cosiendo el súper sujetador de bailarina, por fin lo estrené. Con un poco de vergüenza al principio, pero luego se me pasó. Aparte de que no íbamos a salir del edificio, así que el frío no era un problema.


Y a la pobre Morna la enganché para que enseñara carne conmigo. Ella quería ir de pirata, pero al final acabó de bailarina de bollywood. Gracioso, ¿verdad? Una chica que parece china, pero que es australiana, vestida con un traje típico indio.


A Ju Hyeon también me tocó vestirla, porque al final nos había pillado el toro. Con la boina que me compré en París, mi camiseta a rayas blancas y rojas y un pañuelito al cuello (el pañuelo en el que me mandasteis las frutitas de San Donís, mamá), lista. Además Morna y yo le fabricamos un cigarrillo de papel para que practicara cómo fuman los franceses.


Aquí estamos todas antes de salir de casa:


Y ya en la fiesta. Lo dicho, a Ju Hyeon le costó muchísimo aprender a coger el cigarrillo, y de hecho la chica monja tuvo que enseñarle...



Además, probamos los chupa-chups de chocolate, que no están tan buenos como parece.


Las coreanas alucinaban con cuánta carne iba enseñando. Se quisieron hacer una foto conmigo, a saber a quién se la van a enseñar...


Y por último, las dos chicas más provocativas de la fiesta =)


No está mal para ser el comienzo de Halloween, ¿verdad? Sobre todo teniendo en cuenta que aún estamos a ¡JUEVES!

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