sábado, 29 de octubre de 2011

Reencuentro con Miguel en NYC

El viernes me fui a Nueva York, todavía ojerosa después la fiesta del día anterior, pero con muchas ganas, porque iba a volver a Miguel, la última persona española de la que me despedí antes de venirme para acá. También venía Elisa, su hermana, a la que conocía de ver en pijama en Madrid.

Fuimos al World Trade Center Memorial, algo que me había quedado pendiente de la semana anterior, cuando finalmente fuimos a Coney Island. Ya están construyendo una de las torres conmemorativas, y las obras avanzan rapidísimo.


En el lugar donde estaba cada torre han construido unas fuentes del tamaño de la base, cúbicas y en las que el agua va cayendo


Además, vimos unos ordenadores que permitían buscar a las víctimas del atentado para saber dónde figuraba su nombre en el monumento. Hicimos una búsqueda por lugar de nacimiento (España) y encontramos a un señor de Burgos. Lo más extraño de todo es que la aplicación te permitía enviarte al correo los datos de la persona (fecha y lugar de nacimiento, de residencia y el nombre de la empresa en la que trabajaba). Da mucho mal rollo.


Por lo demás, siguen de obras, construyendo más edificios.


Otra cosa que ya vi la última vez que estuve por aquí fue este mural conmemorativo de lo sucedido durante el ataque. Rinde homenaje, especialmente, a los bomberos que arriesgaron (y en algunos casos perdieron) sus vidas por ayudar al resto. Y de hecho está al lado de un garaje de bomberos que obviamente se implicó bastante en el rescate de los supervivientes.


Luego nos acercamos a Wall Street, donde brillaba un sol espléndido...


...como si nada estuviera pasando a solo una manzana de distancia, donde estaban los de Occupied Wall Street. La gente sigue durmiendo allí a pesar del frío que hace. De hecho, cubren las tiendas de campaña con plásticos impermeables para que no se escape el calor. Acampar aquí no es como hacerlo en España en mayo... Quizá eso explica por qué son tan poquitos.



Luego tuvimos la oportunidad de ver cómo entra un coche a Wall Street. Las calles tienen todas pilones, así que, después de revisar el coche de arriba abajo (con perros y espejos), le dieron al botón mágico y el suelo giró hasta que los pilones quedaron a un lado de la calle, de forma que pudiera avanzar. Elisa y yo nos subimos mientras giraba.


Más tarde pasamos por el toro de Wall Street. Miguel quería hacerse la foto tocándole los huevos, pero resulta que estaba vallado y dos policías vigilaban que nadie las saltara.


En Battery Park, ya al lado del río, pudimos ver una enorme esfera de bronce que antes estaba entre ambas torres World Trade Center, del escultor Fritz Koenig. Tras el atentado, la bola quedó en ese estado y la pusieron en el parque temporalmente. Sin embargo, la idea gustó y finalmente decidieron dejarla allí poniéndole una llama eterna. Cuando se acabe el Liberty Park en 2013 la pondrán allí.


Siguiendo los consejos de la guía filosofal, cogimos un ferry hacia Staten Island.


Las guías lo recomiendan porque es una forma gratis de ver la estatua de la Libertad desde cerca. De hecho, el barco estaba hasta un poco inclinado hacia el lado de la estatua por culpa de todos los turistones.


Sin embargo, es una pena que todos los turistas se vayan a la puerta de embarque del ferry en la dirección contraria nada más bajar. De verdad, era como un rebaño, todos juntos. Nosotros, sin embargo, como nos moríamos de hambre, decidimos explorar la isla en busca de algún antro donde comer. Y lo encontramos. Un chino bien cutrón, pero cuya sopa nos hizo revivir después del frío del barco. Eso sí, la botella de agua helada que bebimos después fue contraproducente, la antisopa del día.


Miguel y Elisa querían aprovechar la entrada gratis al MoMa, pero a mí no me apetecía repetir, así que decidí seguir los consejos de una coreana y aventurarme por la isla buscando el parque Silver Lake. De camino, en el bus, me hice un amigo, que me contó que era militar y acababa de volver de Irak (un sitio horrible). Le pregunté cómo es que el ferry que conecta la isla con Manhattan es gratis (es raro que ni siquiera cueste los $2,25 que cuesta el resto de medios de transporte públicos). Me dijo que es así desde el 11-S, cuando la gente necesitaba salir de Manhattan a toda costa, independientemente del dinero que tuvieran. Y así se quedó, por si acaso se repite la historia.


El lago era precioso, y más teniendo en cuenta que el otoño ya está aquí y los árboles se tiñen de colores cálidos. Me recuerda muchísimo al otoño de Mainz, con todas las hojas por el suelo...


A la vuelta pasé por un barrio hispano. Todos los comercios eran tipo éste:


Y sobre las cinco, cuando se hacía de noche, me volví para Manhattan. Hay gente que hace tours por la ciudad en helicóptero (en Españoles por el mundo salió, y decían que eran unos $300 por persona). Como véis, te enseñan de bien cerquita la estatua, que por cierto cumplía 125 años ese día. Como regalo, la van a renovar, así que estará cerrada durante todo el año que viene.


Eran muchos los que osaban quedarse fuera en el barco con tal de ver las vistas. ¡Pero qué frío! :-)


Ya en Battery park, aprovechando los últimos minutos de luz, vi algunas estatuas, como ésta llamada Los inmigrantes:


O ésta, en la que se ve cómo salvan a un inmigrante de morir ahogado mientras llegan a la costa.


Además, están restaurando este edificio, que durante muchos años actuó como aduana:


El paseo es precioso, y mucha gente se lo recorre al atardecer haciendo footing.


Y aquí os dejo una panorámica de Hoboken, al otro lado del río Hudson.


De camino hacia una parada de metro, acabé pasando por Trinity Church, donde estaban ceebrando una fiesta de Halloween para niños pequeños. Todo el mundo correteaba entre las lápidas del cementerio, donde había talleres para pintar las caras, decorar cosas con pegatinas, ver obras de teatro,... Para los más mayores, había personas sentadas en tumbas sujetando velas que, al preguntarles quiénes eran, te contaban su terrorífica historia. Además, para los más mayores había Haunted Hamilton, una bebida alcohólica que no estaba nada mal.  Seguro que a más de un padre le dio las fuerzas para continuar por allí.


Me fui hacia Central Terminal...


y de camino a mi destino pasé por la puerta de un hotel, donde vi estas calabazas... ¡la de la derecha era igual que la mía! Qué orgullosa estoy de mi calabaza...


Finalmente llegué a la Morgan Library and Museum, una biblioteca y centro de investigación que se puede visitar de forma gratis los viernes de 19-21h. Fundada por J.P. Morgan en 1906, fue declarada una institución pública solo unos años después. Alberga, además de manuscritos y libros impresos, una peculiar colección de impresos y dibujos. Aquí tenemos la entrada de la antigua biblioteca (ahora la han ampliado y esa entrada ya no se usa).


Hice un recorrido turístico con una guía que sabía muchísimo del lugar, así que solo puedo recomendar la visita. Además, en el hall había música en directo. Una delicia. Estas habitaciones corresponden a la biblioteca original, la que usaba el fundador para reunirse con sus amigos o jugar al solitario.

Fuente: aasid.parsons.edu

Fuente: placesiwant.blogspot.com

Sin embargo, en la zona del museo se hallan dibujos de Leonardo da Vinci, Rembrandt, Miguel Ángel, Picasso,... Además, pude ver algunos grabados hechos por Charles Dickens para sus cuentos. También cuenta con tres copias de la Biblia de Gutenberg, que, teniendo en cuenta que solo quedan veintiuna, es una cifra nada desdeñable.

Otra cosa que e encantó fue, en la tercera sala de la antigua biblioteca, una impresionante colección de sellos cilíndricos que pertenecieron a una población que vivió en Mongolia entre el 5000 y el 4000 a.C. Los sellos, que parecen dedales, están gravados en piedras semipreciosas y se utilizaban como los sellos de lacre. Algunos eran preciosos y tenían muchísimos detalles. Esta colección es una de las más importantes del mundo.

Fuente: images.nymag.com

Finalmente volví a quedar con Miguel y Elisa, y nos fuimos a Greenwich Village a cenar. Buscando un restaurante, pasamos por muchas calles residenciales, y de vez en cuando por alguna casa fantasmagórica:


Fijáos en el escaparate de esta tienda de Ralph Lauren. El símbolo del barbero/ peluquero cubierto de sangre, el peluquero en cuestión y el pobre cliente decapitado. Genial, ¿verdad?


Después de ponernos las botas en un restaurante indio, acabamos en la zona de pubs cercana al metro de West 4th Street y Washington Square. Tiene muchísimo abiente esa zona, y en uno de los bares mirad lo que encontré. Caray con Sinatra. Yo, en cualquier caso, no bebí, y tampoco pude quedarme más que cinco minutos, porque si no corría el riesgo de perder el último bus de vuelta hacia New Brunswick, que es a la una.


Los barrios visitados son Lower Manhattan, Staten Island, Upper Midtown y Greenwich Village.

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