sábado, 10 de diciembre de 2011

DC: tachando cosas de la lista (II)

Después de habernos pulido todos los monumentos conmemorativos el jueves, el viernes pintaba un poco más relajado. Aunque solo fuera por las 4,5 horas de bus que nos íbamos a chupar para volver a Nueva York (culpa de la falta de organización del comité organizativo de mi padre). Así pues, nos dividimos entre varios museos (mi padre, mi hermano y yo por interés y mi madre... en fin; al final le gustó el Air & Space Museum).



Yo me fui al National Museum of the American Indian, dedicado a los nativos americanos, y no solo a los norteamericanos como yo pensaba. Acabé aprendiendo cosas de Guatemala, Perú, México,... Incluso había calabazas talladas como la que Carmen me regaló en la sección peruana.


Además, en la planta baja del museo hay un espacio abierto en forma de círculo donde los nativos en ocasiones celebran rituales (esto no es broma, que vi fotos). Si no sirve para explicar cosas a los niños...


Y andando por la calle vi algo que me lleva intrigando desde que llegué a Estados Unidos. Solo lo he visto en Philly y DC, pero me parece muy curioso y me gustaría saber si lo ponen porque sí, porque ahí han atropellado a alguien o por qué. Si lo sabéis, comentad, por favor.


La siguiente parada fue el cementerio militar Arlington, donde están enterrados todos los veteranos y personal muerto en combate desde la Guerra Civil Estadounidense hasta las más recientes, como Irak y Afaganistán. 2,5 km2 de gente enterrada - la otra cara de los muchos monumentos conmemorativos de la ciudad. En la imagen, la Arlignton House. La bandera está a media asta cada vez que hay un entierro.


Para visitar el museo contamos con la inmejorable guía de Manu, uno de los chicos que conocí en Miami y que está como lector de español en un colegio de la zona.


La tumba del soldado desconocido es todo un símbolo del cementerio. Hay alguien de guardie vigilándola 24 horas al día, con turnos cada media hora. El trabajo de esos pobres infelices es sencillo, pero duro por repetitivo: contar hasta 30, andar al otro lado del pasillo negro, contar hasta 30, girarte 45º, contar hasta 30, girarte otros 45º, hacer ruido al juntar los pies, cambiar el fusil de mano, contar hasta 30 y volver a pasear por el pasillito. Yo, desde luego, no aguantaría. Y fijaos en el sitio: solana en verano, muerte por congelación en invierno. Lo tiene todo ese trabajo.


Después de esto nos tocó irnos corriendo a recoger maletas y comer algo rápido mientras esperábamos al bus. El bus, como se preveía, interminable, pero al menos me sirvió para ir trabajando en el proyecto que me faltaba acabar.

Y con eso y un bizcocho, hasta la mañana siguiente, cuando mi madre, mientras salía a correr por Cook/Douglass, se topó con una especie de Carrefour donde vendían de todo. Dimos una vuelta por el campus y tuvieron que imaginarse lo bonito que es todo de color verde y con hojas. Pero el campus cambia junto con la temperatura: mirad qué tapas para aparcamientos de bicis encontramos:


Nos fuimos para Sears, y, en efecto, fue todo un descubrimiento. Con menos dinero y mucho menos espacio para mis cosas en sus maletas, nos volvimos para el centro.

Además, no podía dejar que se fueran sin probar las mega hamburguesas del Tumulty's de 10 onzas (283,5 gr). Ferrán aún decía que se quedaba con hambre, así que acabé dándole de la mía.


Al final, montando un zafarrancho tremendo en mi habitación, poniendo una cosita aquí y otra allá, me deshice de muchísimas cosas. :-) Menos que cargar en dos semanas, cuando me vuelva.

Y con eso y un bizcocho, nos vemos por navidad...

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